Danza de Garabato
La Danza del Garabato, con el correr de los tiempos, se ha vuelto muy representativa del Carnaval de Barranquilla; lo cual no viene a ser más que un “destino natural” puesto que ella expresa los opuestos de vida y muerte, que universalmente constituyen símbolo y alegoría de todo carnaval. El garabato es un gancho de madera que el campesino costeño utiliza como herramienta de trabajo en sus faenas campestres, mientras machetea desbrozando la maleza. Formalmente, su analogía es con la guadaña que, en su figuración alegórica, esgrime la muerte.
Argumento
La vida es interpretada por un hombre (el caporal) que, armado de machete, trata de defender a sus gentes, ordenadas en cuadrillas; la muerte está representada por un danzarín disfrazado de esqueleto que lleva un largo “garabato” o guadaña con el que ataca y “pesca” a sus víctimas. Durante el desarrollo de la danza, muerte y vida se enfrentan continuamente mientras que los demás bailan a su alrededor. Estos enfrentamientos son sumamente vistosos, rápidos y ágiles; se presentan choques de fuerza, saltos, giros, caídas y rodadas
por el suelo, cada uno trata de aprovechar las oportunidades que se le presenten para poder vencer al contrario; las victorias parciales se suceden alternadas, pero cada vez que la muerte sale victoriosa, como premio, se lleva uno o varios de los danzarines; cuando se los ha llevado todos remata a su enemigo con su guadaña para llevárselo también, terminando la danza de un forma muy realista con el triunfo de la muerte.
Música y coreografía
El baile sigue paso de marcha. Los danzarines se desplazan siguiendo los toques del tambor, haciendo figuras como caracolas, culebras, abanicos, túneles o simulando el vaivén constante de un oleaje. La primera parte se presenta con desenvolvimientos coreográficos de conjunto, para luego pasar a destacar los personajes principales; es cuando ocurre la puesta en escena, que apela a claros elementos del teatro popular de la cultura carnavalesca, que data de la Edad Media europea. Los dos protagonistas se enfrentarán en “feroz” combate, del cual la muerte tomará bailarines cada vez que le gane a la vida. A estos, la muerte los coloca en puestos fijos para ir formando un semicírculo en torno a ella misma y su contendor.
Finalmente, la vida es derrotada y la muerte la engancha con su garabato por un brazo, los demás bailarines se unen por los brazos y se agarran al que representa la vida. En esta forma describen un círculo por todo el escenario pero arrastrados por la muerte.
La coreografía original de El Garabato es de rigurosa planimetría, prolija en pasos, saltos, desplazamientos y contorsiones. Mientras los músicos interpretan a ritmo de pajarito, chandé o golpe alegre, los movimientos coreográficos coinciden con los acentos rítmicos que marca la tambora. Este --que ya se asimila como un aire musical auténtico del carnaval-- es un ritmo musical en tiempo binario, que impulsa a danzar y al desplazamiento. Lo interpreta un conjunto típico conformado por los siguientes instrumentos: tambora, llamador, tambor alegre, maracas y flauta de millo, más los versos anecdóticos propios de la danza (voceados por un cantador, a quien acompañan las voces y palmas de un coro), los cuales se acentúan al golpe que marca el parche de la tambora. Rítmicamente, esta música es de gran fuerza percutiva y algunos estudiosos llegan a asimilarla al ritmo de chandé e incluso al mapalé, pero otros señalan claras diferencias puntuales.
Vestuario y maquillaje
Las caras de los garabateros van maquilladas en rojo y blanco (coloretes rojos sobre base blanca), colores que aquí simbolizan a la vida y a la muerte. Los hombres visten un pantalón bombacho negro que les llega a la rodilla, con bolsillos rematados en encajes; a lo largo del pantalón, por sus laterales, lleva gruesos encajes. Calzan medias blancas altas y zapatos negros planos (o cotizas, o zapatillas). La camisa es amarilla de mangas largas, sobre ella una
pechera adornada y a la espalda una capa corta, de gran colorido y primorosamente bordada en lentejuelas. Como accesorios, usan sombrero blanco adornado con cintas y flores. Portan un garabato pintado de blanco, adornado con cintas de colores. Las mujeres van ataviadas con vestidos negros; en la parte inferior llevan volantas de los colores de la bandera de Barranquilla (rojo, amarillo y verde). La blusa es de escote amplio y arandelas. Calzan zapatillas negras y se adornan con flores la cabellera.
Tradición
En Barranquilla, se dice que fue el tradicional Barrio Rebolo el que acogió a esta expresión folclórica venida de predios rurales y a la que se le señalan grandes parecidos con las danzas de congo. En sus inicios locales -dice un investigador-, la danza fue dirigida por Sebastián Mesura y luego por José Terán, de quien la tomó Emiliano Bengoechea (año 1938). El hecho es que, hoy por hoy, la más antigua y numerosa de las Danzas de Garabato tiene sede y representación en el Country Club de Barranquilla, convertida a la vez en emblema oficial de las fiestas y cuota infaltable de la “corte real”, hasta el punto de que de sus huestes sale casi siempre la reina del siguiente Carnaval de Barranquilla.
La Danza del Garabato, con el correr de los tiempos, se ha vuelto muy representativa del Carnaval de Barranquilla; lo cual no viene a ser más que un “destino natural” puesto que ella expresa los opuestos de vida y muerte, que universalmente constituyen símbolo y alegoría de todo carnaval. El garabato es un gancho de madera que el campesino costeño utiliza como herramienta de trabajo en sus faenas campestres, mientras machetea desbrozando la maleza. Formalmente, su analogía es con la guadaña que, en su figuración alegórica, esgrime la muerte.
Argumento
La vida es interpretada por un hombre (el caporal) que, armado de machete, trata de defender a sus gentes, ordenadas en cuadrillas; la muerte está representada por un danzarín disfrazado de esqueleto que lleva un largo “garabato” o guadaña con el que ataca y “pesca” a sus víctimas. Durante el desarrollo de la danza, muerte y vida se enfrentan continuamente mientras que los demás bailan a su alrededor. Estos enfrentamientos son sumamente vistosos, rápidos y ágiles; se presentan choques de fuerza, saltos, giros, caídas y rodadas
por el suelo, cada uno trata de aprovechar las oportunidades que se le presenten para poder vencer al contrario; las victorias parciales se suceden alternadas, pero cada vez que la muerte sale victoriosa, como premio, se lleva uno o varios de los danzarines; cuando se los ha llevado todos remata a su enemigo con su guadaña para llevárselo también, terminando la danza de un forma muy realista con el triunfo de la muerte.
Música y coreografía
El baile sigue paso de marcha. Los danzarines se desplazan siguiendo los toques del tambor, haciendo figuras como caracolas, culebras, abanicos, túneles o simulando el vaivén constante de un oleaje. La primera parte se presenta con desenvolvimientos coreográficos de conjunto, para luego pasar a destacar los personajes principales; es cuando ocurre la puesta en escena, que apela a claros elementos del teatro popular de la cultura carnavalesca, que data de la Edad Media europea. Los dos protagonistas se enfrentarán en “feroz” combate, del cual la muerte tomará bailarines cada vez que le gane a la vida. A estos, la muerte los coloca en puestos fijos para ir formando un semicírculo en torno a ella misma y su contendor.
Finalmente, la vida es derrotada y la muerte la engancha con su garabato por un brazo, los demás bailarines se unen por los brazos y se agarran al que representa la vida. En esta forma describen un círculo por todo el escenario pero arrastrados por la muerte.
La coreografía original de El Garabato es de rigurosa planimetría, prolija en pasos, saltos, desplazamientos y contorsiones. Mientras los músicos interpretan a ritmo de pajarito, chandé o golpe alegre, los movimientos coreográficos coinciden con los acentos rítmicos que marca la tambora. Este --que ya se asimila como un aire musical auténtico del carnaval-- es un ritmo musical en tiempo binario, que impulsa a danzar y al desplazamiento. Lo interpreta un conjunto típico conformado por los siguientes instrumentos: tambora, llamador, tambor alegre, maracas y flauta de millo, más los versos anecdóticos propios de la danza (voceados por un cantador, a quien acompañan las voces y palmas de un coro), los cuales se acentúan al golpe que marca el parche de la tambora. Rítmicamente, esta música es de gran fuerza percutiva y algunos estudiosos llegan a asimilarla al ritmo de chandé e incluso al mapalé, pero otros señalan claras diferencias puntuales.
Vestuario y maquillaje
Las caras de los garabateros van maquilladas en rojo y blanco (coloretes rojos sobre base blanca), colores que aquí simbolizan a la vida y a la muerte. Los hombres visten un pantalón bombacho negro que les llega a la rodilla, con bolsillos rematados en encajes; a lo largo del pantalón, por sus laterales, lleva gruesos encajes. Calzan medias blancas altas y zapatos negros planos (o cotizas, o zapatillas). La camisa es amarilla de mangas largas, sobre ella una
pechera adornada y a la espalda una capa corta, de gran colorido y primorosamente bordada en lentejuelas. Como accesorios, usan sombrero blanco adornado con cintas y flores. Portan un garabato pintado de blanco, adornado con cintas de colores. Las mujeres van ataviadas con vestidos negros; en la parte inferior llevan volantas de los colores de la bandera de Barranquilla (rojo, amarillo y verde). La blusa es de escote amplio y arandelas. Calzan zapatillas negras y se adornan con flores la cabellera.
Tradición
En Barranquilla, se dice que fue el tradicional Barrio Rebolo el que acogió a esta expresión folclórica venida de predios rurales y a la que se le señalan grandes parecidos con las danzas de congo. En sus inicios locales -dice un investigador-, la danza fue dirigida por Sebastián Mesura y luego por José Terán, de quien la tomó Emiliano Bengoechea (año 1938). El hecho es que, hoy por hoy, la más antigua y numerosa de las Danzas de Garabato tiene sede y representación en el Country Club de Barranquilla, convertida a la vez en emblema oficial de las fiestas y cuota infaltable de la “corte real”, hasta el punto de que de sus huestes sale casi siempre la reina del siguiente Carnaval de Barranquilla.
GRACIAS
ResponderEliminarnecesito la jeografia
ResponderEliminargracias
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